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Inesperado


Invito a cualquiera a pensar: Cuál es de las primeras cosas que pone en la lista cuando piensa visitar la India? …. Les aseguro que más de uno puso “asistir a una boda” cierto? Y es bien entendible, los colores, los ritos, los bailes, la forma de vestir, las tradiciones del maquillaje, la hena… en fin. Es un continuo despliegue de cosas maravillosas. Pues bien, a mi lo que más me ha llamado siempre la atención de la India (y creo que lo he dicho en post anteriores) es su cultura frente a la muerte. Ese traspaso a otro lado de este universo, la reencarnación, los ritos alrededor del cuerpo y el alma… en fin. Siempre me tuvo al borde pensar cómo una cultura como la nuestra (o al menos la mía) se aferraba tanto a lo físico del ser, mientras en India parecía ser todo lo contrario…

Pues bien, llevo 11 meses viviendo en este remolino de emociones llamado India. No he asistido a una boda y sin embargo hoy fui sutilmente invitada a una de las ceremonias que más me ha llegado al alma en mi vida. Un funeral. Prity tenía 19 años, una sonrisa de par en par (algo tímida), unos pómulos prominentes, un pelo laaargo entre liso y ondulado que le sentaba muy bien. Se unió al programa en Junio del 2016 y su sueño era convertirse en profesora de baile. La última conversación que tuve con Prity me comentó que su inspiración era la Madre Teresa de Calcuta (uno de los personajes más famosos en la ciudad donde nació y creció). Hay tantas cosas inexplicables de la muerte que la más absurda resulta ser: cómo llega a nosotros? Cómo carajos le sucede ésto a una niña como Prity? Qué coraje se necesita para tomar una decisión de éstas… Siempre he pensado que tomar la decisión de acabar con la vida puede considerarse algo cobarde, pero tomar la decisión en sí de hacerlo es de valientes! Decidir que en un segundo si y en el otro ya no estoy… Pues lamentablemente ella ya no está con nosotros. Voy en un taxi camino a Chetla a encontrarme con los otros muchachos y con las coaches que trabajan en el centro y voy llena de recuerdos, y de pensamientos… como diría Nati “voy hecha un manojo de nervios y llanto”…. Me bajo del taxi, pago y entro a una casa en silencio. Una quietud que parece asustar. Están todos alrededor de la mesa con un cartel en el que han pegado la foto de Prity en su última ceremonia en Octubre (dónde vistió un saree divino azul con blanco, maquillaje y una gran sonrisa). Alrededor de la foto ponen pétalos de rosas rojas que han arrancando de uno de los tantos ramos que han comprado y yo comienzo a indagar dentro de mi cómo será la ceremonia… Salimos todos en fila india para la casa de Prity a unos cuantos minutos del centro y a medida que nos vamos acercando a la casa, entre esos pasajes diminutos y estrechos empiezan a oírse los llantos. Gritos y llantos; mujeres, niños… todos aquejan un dolor que parece insoportable (aun cuando entendible). El barrio entero se ha reunido frente a la casa de Prity esperando que traigan el cuerpo del hospital. Cuando llega (como era de esperarse) los gemidos y llantos se incrementan y no nos dejan pasar más cerca… Todos los otros muchachos que hacen parte del programa se han ido cerca al cuerpo mientras las voluntarias nos quedamos en la periferia observando. De repente viene Hasna con su ramo de rosas y se hace al frente mío. Está pálida y cansada; se acerca Pooja al otro lado y Govindah a mi derecha. No se me ocurre más que frotarles la espalda y ofrecerles una botella de agua que había cargado en la casa, nadie toma nada. Hasna se voltea y me dice que ahí viene el cuerpo. La gente empieza a aglomerarse y de repente todos quieren estar en la primera fila. Veo el cuerpo elevado que sostienen 6 hombres sobre sus cabezas y dan una vuelta antes de ponerlo en el suelo. Yo alcanzo a ver solo sus pies y me volteo para no ver más (siempre he pensado que es mejor llevarse el recuerdo de la persona que fue y no del cuerpo frente a mi). Hasna se voltea conmigo y se recuesta en mi pecho atacada llorando. La abrazo y la peino pues no tengo mas recursos en este instante que mi amor y mi consuelo. Se une Pooja y por detrás llega Arpita. Nos abrazamos las cuatro mientras la gente saca ramos y flores, envuelven a Prity en una tela blanca que le cubre el rostro y una tela roja que le cubre el resto del cuerpo. Hasna es incapaz de ver y sin soltarme pasa su ramo a Govindah quien lo pone sobre el pecho de Prity.

Miro a la multitud y puedo ver a Jhuma (su mejor amiga y quien la trajo por primera vez al centro); inconsolable se acurruca, al lado de su amiga, ahogada por el llanto y el dolor. Alguién la levanta para sacarla de la multitud y que pueda coger, de nuevo, un poco de aire. Le pasamos el agua y se llevan el cuerpo para ponerlo en una urna de cristal sobre el techo de un camión pequeño y arranca. Shrabonti esta atacada llorando mientras se abraza a Jhuma (quién tampoco puede hablar). Vamos caminando a pasos lentos hasta el crematorio y son quizá los 30 minutos más largos de mi vida. Jhuma tiene un sollozo imparable que va levantando las miradas de todos los que nos vamos cruzando… creo que también fueron 30 minutos eternos para ella. En el crematorio (al cuál no quise entrar por respeto y por decisión propia), se unen los dolores de todos… de familias o personas que velan uno y otro seguido sin irse y el dolor de quienes vuelven a quedarse cerca al cuerpo hasta que entra en esa cabina asustadora y frívola. Viendo a todos devastados de tanto llorar me acuerdo de mi misma cuando despedimos a mi viejito lindo. Me quería quedar en ese banco frente a esa pequeña puerta de metal que me había quitado el cuerpo de mi abuelito y no irme nunca. El tiempo fue sabio en hacerme entender que eso que entro en la cámara de cremación no fue más que un cuerpo pero que el alma de mi hermoso viejito siempre va a estar conmigo y no hay nada que lo quite de mi.

Es inexplicable, el dolor, el llanto, las imparables e inconsolables lágrimas que nos atragantan en estos casos. Cómo el dolor puede ser tan enorme y profundo que hasta queremos vomitar. En India no es distinto y yo hoy agotada, devastada y triste se que sin importar de dónde vengamos ni que lengua hablemos todos reímos y sufrimos en el mismo idioma.


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